El fotoperiodista Diego Herrera retrata la vida de la población de Kiev en los primeros días de escalada bélica.
Kiev amaneció otro día de invasión entre ruidos de sirenas, explosiones y tiroteos aislados en algunos barrios de la capital ucraniana. Por la noche, el incendio en una cercana instalación petrolera bombardeada por los rusos había iluminado el cielo de la capital. El domingo la población desaparecía de las calles, con un toque de queda que dura, en principio, hasta el lunes. La red de metro se ha convertido en un refugio antiaéreo donde miles de ucranianos buscan seguridad ante posibles bombardeos.
Familias separadas, maletas y mantas son escenas comunes en el subterráneo de Kiev. El 26 de febrero, la imagen de una mujer dando a luz en el metro se convertía en viral.
Los 2,8 millones de Kiev llevaban meses oyendo sobre una inminente invasión que nunca llegaba. La incredulidad ha dado paso a la aceptación de una guerra que a cada hora es más tangible. Según la ONU, más de 380.000 personas han abandonado ya el país ante el avance de las tropas rusas y la cifra puede llegar a los cuatro millones si el conflicto se prolonga.
La incertidumbre sobre dónde caerá la siguiente bomba o en qué calle aparecerá un tanque del segundo ejército más poderoso del mundo ha generado un clima de ansiedad generalizado, según reportan los corresponsales en la capital, donde hasta el más mínimo gesto de la vida cotidiana, como hacer la compra o sacar dinero del cajero, se ha convertido en actividades rodeadas de peligros, imaginarios y reales.
En otras regiones en conflicto, como Lugansk y Donetsk, recientemente reconocidas como independientes por Rusia, la población lleva ocho años en guerra. Desde 2014, más de 14.000 personas han muerto en los enfrentamientos entre las fuerzas ucranianas y los separatistas prorrusos. Con la reciente invasión de Ucrania, el Gobierno ruso denuncia que han aumentado los ataques contra la población civil en barrios residenciales y reporta que cerca de 120.000 habitantes de esta región en disputa han pasado la frontera hacia Rusia.
La guerra no terminará hoy y una resistencia mayor a la esperada de las fuerzas ucranianas auguran un conflicto largo y sangriento. Mientras tanto, la población civil de Kiev se prepara para un asedio largo y doloroso.
Fotografías: Diego Herrera
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