No sería la primera vez que los servicios de seguridad de Rusia intentaran derrocar a sus líderes. ¿Sería posible un golpe de Estado a Putin? En este artículo te explicamos quiénes son los “Siloviki” y hasta qué punto podrían suponer una amenaza para el presidente ruso tras la invasión a Ucrania.
Por: Paula Gómez Moñiz
“Por el amor de Dios, este hombre no puede permanecer en el poder”. Aún resuenan las palabras del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, contra su homólogo ruso, Vladimir Putin, el pasado sábado. Desde La Casa Blanca no tardaron en asegurar que lo que quería transmitir Biden “era que no se puede permitir que Putin ejerza el poder sobre sus vecinos o región”. “No estaba hablando del poder de Putin en Rusia, ni del cambio de régimen”, declaró posteriormente un funcionario para aclarar los posibles interpretaciones de las declaraciones del presidente estadounidense.
Desde el Kremlin tampoco tardaron en responder que quien esté en el poder en Rusia “no es algo que deba decidir Biden” y que el presidente de Rusia “es elegido por los rusos”. Sin embargo, desde hace meses se plantea la hipótesis de un posible golpe de Estado contra Putin. Según The Times, tras más de un mes desde la invasión a Ucrania, un denunciante anónimo avisó al medio de que los propios servicios de Inteligencia del Kremlin podrían estar preparando un plan para derrocar al presidente ruso debido al “caos” y “descontento” interno que está provocando la invasión a Ucrania.
Además, en estos últimos meses hemos visto la salida de algunas personas cercanas a Putin que han decidido desertar tras la invasión como puede ser el caso de Anatoli Chubais, uno de los principales asesores de Putin que, según informó la BBC, dimitió y abandonó el país junto a su familia. Según la BBC, Putin también estaría obsesionado con su seguridad hasta tal punto que, según afirma el medio, un catador personal prueba antes que él lo que va a comer y apenas utiliza Internet por miedo a ser espiado.
Además, según algunos analistas, actualmente se estaría produciendo una lucha de poder entre los “Siloviki” y el ala más radical formada por el líder checheno, Razman Kadirof, y el fundador del grupo mercenario Wagner, Yegueni Prigozhin, muy críticos con el vértice militar por los fracasos militares en Ucrania. Estos piden la invocación de una ley marcial e invocan abiertamente el uso de armas nucleares.
Quiénes son los “Siloviki”
En este contexto, y a pesar de que Vladimir Putin pueda parecer una figura “solitaria” al frente del poder de la Federación de Rusia, hay una élite rusa compuesta por “hombres uniformados” a la que muchos expertos han denominado como los “Siloviki”. La socióloga rusa, Olga Kryshtanovskaya, fue una de las primeras personas en aplicar el término, señalando al régimen de Putin como una “militocracia” dominada por personas con antecedentes en la policía secreta, el Ejército y los órganos encargados de cumplir la ley.
Este término que se refiere a los políticos con antecedentes militares o de seguridad significa en ruso “gente de fuerza”. Según el profesor de Ciencias Políticas en la Escuela Maxwel de la Universidad de Syracusa, Brian D. Taylor, Putin representa los intereses de los “Siloviki” y, tras el creciente aislamiento internacional del presidente ruso, se ha podido fortalecer el poder de este grupo.
Así, los “hombres de fuerza” serían los asesores de confianza de Putin que provienen, en su mayoría, tanto del FSB como de la KGB de los tiempos de la Unión Soviética. Estos siguen fielmente la línea del Kremlin y, como argumenta la analista política, Kimberly Marten, incluso si Putin dejara el cargo es muy “improbable” que el régimen cambie debido a lo poderosa que es esta facción dentro de la élite y su acceso tanto al poder militar como al conocimiento de la Inteligencia estatal.
Los “Siloviki” están muy bien posicionados para mantener su estatus, pero ¿quiénes son y qué cargo ostentan dentro del gobierno? Uno de los supuestos confidentes más cercanos a Putin sería el Ministro de Defensa de la Federación, Serguéi Shoigú. A pesar de no tener ninguna formación militar, ya que estudió Ingeniería de la Construcción en el Instituto Politécnico de Krasnoyarsk, fue “subiendo escalones”. Primero, convirtiéndose en segundo secretario del Comité del Partido Comunista de Abakan y, después, convirtiéndose en Inspector del mismo comité en Krasnoyarsk en los noventa.
Desde 1994 hasta 2012 consiguió el puesto de Ministro de Defensa Civil, Emergencias y Socorro en Casos de Desastre, obteniendo numerosos premios estatales como menciones de honor del presidente y del gobierno. Ya en 2012 fue elegido Ministro de Defensa de la Federación, y ha sido clave tanto en la intervención en Siria como en la anexión de Crimea.
El pasado mes de marzo había sido noticia su “desaparición” ya que desde el pasado 11 de marzo no había rastro de él ante los medios: se especuló sobre su arresto, estado de salud e, incluso, su muerte. Sin embargo, el pasado 26 de marzo apareció en un vídeo publicado por el Kremlin durante una reunión.
El Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Valeri Guerásimov es otro de los grandes apoyos de Putin, miembro de Consejo de Seguridad desde 2012 ha mostrado su lealtad al presidente. Su carrera siempre ha estado ligada al ámbito militar, se graduó en la Escuela Superior de Mando de Tanques de Kazan, en la Academia Militar de Fuerzas Armadas y en la Academia Militar del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa.
Participó en la Segunda Guerra de Chechenia y en la organización y desarrollo de planes para la invasión de Crimea y el Donbás así como de la operación militar para Siria. Tanto Guerasimov como Shoigu tienen acceso a los códigos que activan el lanzamiento de un ataque nuclear. Esta acción se lleva a cabo si alguno de los dos lo activan junto al presidente, por lo que es una muestra de la gran confianza que deposita Putin en estas dos personas.
El Ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, diplomático ruso, es otro de los hombres de confianza de Putin. Estudió en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú. Participó en la misión soviética de las Naciones Unidas en Nueva York y fue miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética antes de su prohibición.
Es el encargado de justificar las “agresiones” de la política exterior que dirige el Presidente de Rusia, como la anexión de Crimea. Respecto a la invasión en Ucrania iniciada en febrero de este año, dio un discurso donde se lamentó de todas las muertes; sin embargo, considera que “están haciendo lo correcto” y aprovecha para lanzar ataques a las acciones tomadas desde Occidente.
Otro miembro de este grupo es el Director del Servicio Federal de Seguridad de Rusia, Alexánder Bortníkov, en el cargo desde 2008. Este se graduó en la Escuela Superior Dzerzhinsky de la KGB, estuvo afiliado al Partido Comunista y ejerció en la policía secreta de Leningrado (San Petersburgo) de 1975 hasta 2004.
En 2008, a parte de ser nombrado Director de la FSB, se convirtió en Presidente del Comité Nacional Antiterrorista y a su vez miembro permanente del Consejo de Seguridad de Rusia. La institución a la que está al mando está acusada de fabricar casos penales contra activistas de la oposición, así como de ser una de las grandes ayudas de Putin para llegar al poder, destruir la competencia política en el país, los medios de comunicación libres, los partidos independientes y las asociaciones públicas.
Nikolai Pátrushev, es otro de los componentes de este grupo. Ocupó el puesto actual de Bortnikov hasta 2008, año en el que fue nombrado Jefe del Consejo de Seguridad de Rusia, convirtiéndose en asesor de Putin hasta la fecha.
Este se graduó en el Instituto de Construcción Naval de Leningrado, y en 1975 fue reclutado por la KGB, donde llegó a ser el jefe de su unidad contra el contrabando y la corrupción. Fue allí donde conoció a Putin, y su carrera tuvo un notable impulso cuando Putin se convirtió en Director del FSB.
Apoyó la “Guerra de los Cinco Días” contra Georgia el año que entró en el cargo, fue partícipe de la organización de la anexión de Crimea y el estallido de la guerra en el sureste de Ucrania. También se le considera clave en las políticas que lleva el Kremlin a cabo en los Balcanes tras el fallido golpe de estado en Montenegro.
También encontramos, entre los denominados “Silovikis”, al Jefe de Inteligencia Exterior, Serguei Naryshkin. Este estudió con Putin en la Escuela Superior de la KGB, y fue nombrado al frente de la institución en 2016. Al comienzo de su carrera trabajó en la embajada soviética en Bruselas y desde 2004 ha ejercido como ministro.
El Jefe de Inteligencia ha mostrado el respeto a Putin y sus decisiones en reuniones del Consejo de Seguridad Nacional, donde ha sido víctima de sus “humillaciones”. Es el protagonista del polémico vídeo donde Vladimir Putin le ordena a “hablar claro” sobre su posición ante el reconocimiento de la independencia de los territorios de Donestk y Lugansk.
Naryshkin ha demostrado en reuniones como esta su “miedo” al presidente de Rusia, donde se observa la manera en la que no se ha atrevido a expresar realmente su opinión y ha aceptado la corrección a su discurso por parte de Putin.
¿Se podría dar un golpe de estado contra Putin?
El extrabajador de los servicios de Inteligencia estadounidenses, en el ámbito de gestión de operaciones rusas, Steven Hall, argumenta el miedo de Putin a sufrir un golpe de Estado. Según el experto, un intento de echar a Putin del poder no estaría impulsado por los oligarcas rusos (que han sufrido en primera persona las sanciones y han visto afectada su fortuna) sino por parte de su propio círculo de confianza, los anteriormente mencionados “Siloviki”.
Según Hall, esta élite militar no solo posee “poder duro” sino que “saben cómo usarlo y están inclinados a hacerlo”. En este sentido, el experto afirma que este grupo puede utilizar una mezcla de “poder duro y secretismo” si ven que el sistema “cleptocrático” se ve amenazado y, con ello, sus intereses. Anteriormente Rusia ha soportado sanciones occidentales, pero nunca de tal envergadura como las actuales por lo que si el sistema actual peligra, los “Siloviki entrarán en acción y, si tienen que quitar a Putin del poder, lo harán”.
Hay antecedentes históricos de golpes de estado en el país como el intento fallido contra Mijael Gorbachov en agosto de 1991. Un golpe provocado por una situación de descontento general… como la que, según los medios occidentales, podría darse entre la población y las élites tras la invasión a Ucrania. Sin embargo, para Putin parece que ni el descontento social de sus ciudadanos ni el de los oligarcas es un problema para él: ya ha demostrado el poder de represión que ostenta al reprimir manifestaciones sociales y frenar a oligarcas como ocurrió con el caso de Mijaíl Khodorskovkiy, apresado y posteriormente exiliado.
Para Steven Hall los “Siloviki” representan un “serio peligro” para Putin, ya que saben trabajar bajo el “radar” del presidente. “Son los que están a cargo de dicho radar y poseen armas y personal necesario como para ser una amenaza”, asegura. Entre las especulaciones sobre la “desaparición” de Shoigu, mencionada anteriormente, se encontraba la idea de que el ministro estuviera siendo procesado por corrupción y traición para evitar un golpe de Estado en contra del presidente.
Otra ausencia en esas semanas de la que los medios no se han hizo tanto eco ha sido la del Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, Valeri Guerásimov según ha informado, entre otros, el medio ruso censurado de Agentsvo. La falta de presencia mediática de estas dos figuras junto al discurso que emitió Putin el 16 de marzo hablando de la “purificación” de la sociedad rusa hicieron pensar que podría tratarse de indirectas hacia su propio círculo.
Contando con esto y con las discrepancias “silenciadas” sobre la invasión por parte del Jefe del Servicio de Inteligencia Exterior, Serguéi Naryshkin, puede ser que el “selecto grupo” no sea tan leal como aparenta. Solo el tiempo dirá si continuarán reafirmando su apoyo general a Putin como han hecho hasta el día de hoy.
Fuente: LISA News, Creative Commons BY NC-ND 4.0 license
Visitas: 0