La historia de las asociaciones de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos data de más de setenta años, pero fue en los años noventa del siglo XX cuando su visibilidad aumentó gracias a la labor filantrópica que desarrollaban a favor de sus pueblos en México, así como por su participación en programas de cooperación con el gobierno mexicano para la promoción del desarrollo a nivel local, lo que se llegó a conocer como codesarrollo.
Hoy en día la presencia de mujeres líderes dentro de estas asociaciones es común. Sin embargo, no lo era hace décadas. Ellas, las mujeres, esposas, hijas, vecinas, amigas, tías, abuelas, etc. fueron las pioneras en organizar colectas para la población más desfavorecida en sus comunidades de origen en México, lo que sentó las bases para el nacimiento de los clubes de inmigrantes en Estados Unidos o Hometown Associations (como son conocidos en inglés). Sin embargo, su papel protagónico no fue reconocido hasta décadas más tarde.
En una primera etapa (de los años cincuenta a los ochenta), en el plano público cumplieron un papel de asistentes y acompañantes a las diversas reuniones directivas y eventos sociales a los cuales eran convocados los varones que ocupaban cargos dirigentes en estas asociaciones de inmigrantes, mientras que en el plano privado fueron las encargadas de apoyar con el servicio de alimentos y bebidas, con la logística básica de las propias reuniones (limpieza del lugar, organización de mobiliario, etc.) y en algunas ocasiones elaboraban las actas y tomaban notas de los acuerdos generados.
Con el paso del tiempo, en una segunda etapa (años noventa), la propia dinámica de las asociaciones, la consolidación de sus funciones y el alcance que estas comenzaron a tener en el ámbito binacional permitieron que las mujeres fueran integrándose a participar en actividades y puestos que requerían mayor compromiso y visibilidad pública. Así, fueron reconocidas públicamente como responsables de eventos culturales, sociales y deportivos, de recaudación de fondos, así como de los famosos certámenes de belleza característicos de dichas asociaciones.
Un reconocimiento lento
Este reconocimiento fue más allá con el nombramiento oficial de las mujeres como secretarias de actas y acuerdos, de comités sociales, de relaciones públicas y de donaciones, entre otros. De forma paralela, ellas continuaron con la labor de organizar todo tipo de actividades, ya fuera dentro del marco de las asociaciones o fuera de él, con o sin reconocimiento formal, para llevar alimentos, medicamentos, vestido y equipo médico a los menos favorecidos en ambos lados de la frontera.
En una tercera etapa (año 2000 hasta la fecha), tanto de mayor madurez de las asociaciones como de la propia experiencia de las mujeres en el ámbito público, estas lograron escaños más altos en las mesas directivas, posicionándose como líderes.
Mujeres empoderadas
Ahora sus funciones ya no estaban limitadas al ámbito propio de la administración y/o el cabildeo con funcionarios gubernamentales binacionales, sino que se extendieron a contribuir al empoderamiento de otras mujeres, incluso a escala binacional, organizando talleres de formación y capacitación en materia de ciudadanía, derechos laborales y políticos, emprendimientos comerciales, así como foros de salud, educación y cultura, por mencionar algunos.
En la última década, la incidencia de las mujeres inmigrantes mexicanas líderes de estas asociaciones ha sido significativa también en el ámbito político norteamericano, pues han ocupado cargos púbicos tanto en los gobiernos locales, como en las cámaras y consejos empresariales, contribuyendo al bienestar y desarrollo de las comunidades migrantes.
Asimismo, el liderazgo de estas mujeres las ha llevado también a ocupar cargos políticos dentro del gobierno mexicano como diputadas migrantes, siendo portavoces de la agenda migrante binacional en el plano legislativo. Temas como el voto de los mexicanos en el exterior, el establecimiento de secretarías migrantes en cada estado y la protección a los derechos de las personas refugiadas migrantes se han convertido en iniciativas promovidas por estas líderes femeninas. Así, en el plano binacional, los escenarios a corto y mediano plazo son prometedores para dichas mujeres.
Para finalizar, es posible aseverar que hoy en día la participación de las mujeres en las asociaciones de inmigrantes mexicanos radicados en Estados Unidos resulta ser por demás relevante. Ellas han sido y son una pieza clave en los procesos de integración en la sociedad receptora, son una figura estratégica en la promoción de bienestar y desarrollo para sus comunidades de origen y se desempeñan como exitosas gestoras de cabildeo político en ambos lados de la frontera. De esta manera, ellas se están consolidando cada vez más como referentes identitarios emergentes para las futuras generaciones.
Leticia Hernández Vega, Doctora en Ciencias Sociales, Maestra en Desarrollo Regional, Licenciada en Sociología. Investigadora del fenómeno de la migración México-Estados Unidos, Universidad de Guadalajara
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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