Lun. Dic 23rd, 2024

Por: Vae Solis

Aquí estarás, aquí sigues…Sin el velo… eterno cliché de lo que se dijo, y de todo lo que no se dijo sin terminar nunca nada. 

Inevitable. Como la palabra que choca con ese poder inamovible llamada de formas diferentes; a veces orgullo, por veces indiferencia, y a veces falta de amor. 

Así que…¿No hay extrañas esperanzas de resurrección? Nada en la oscuridad y chocarás con algo que fragmentará tu cabeza en dos, tres, más partes. Porque nunca habrá más de eso que ya fue, pasado al dominio del olvido ¿No? 

Es mejor dar un rezo al dios del olvido, y pedir, a través de unas cuantas oraciones oscuras que llegue pronto, y así proseguir a lo desconocido e incierto que siempre aguarda en el futuro y con ello resulte prometedor. O mejor aún, nos provoque incertidumbre de pensar qué es lo que sigue. 

Los que estuvieron antes dijeron lo sencillo que es hablar sin tomar acción. Encaminar el paso hacia lugares insospechados, ignotos, inefables. Aún sean oscuros, inciertos, tenebrosos, y confidentes. Llenos de secretos, de mundos inimaginables que rodean nuestra vida. 

Dos o tres lugares caminé por ahí hoy. Miré cada una de las ocupaciones de los viajeros, (tal y cómo yo lo soy). Y después de todo, una rara reflexión más avasalladora que las otras anteriores me encaminó a poder soportar las cosas que no se deben ver, pero que aunque ignoradas existen. Así que no tuve más opción que salir, tomar una imagen en mi cabeza y proseguir hacia lugares más concurridos y bajo el cobijo de lo ordinario. 

Llego a un mundo que creo un ser en mi cabeza. Tenía células en personas cotidianas, afables, pero de todas maneras poco confiables de saber todo aquello que a mí me interesa. Así pude también ver la miseria que esconden tras la simpatía de sus rostros. Porque al caer la noche todo en ellos proveía a cambios extraños. Pude mirar la creación de sus hijos, que más tarde transformaban en destrucción. Eso que llamo destrucción de la destrucción. Insistí un par de días más porque en ellos pude ver parte de mi vida oculta, aquella que aún me empeño en olvidar y que pretende quedarse sometida en mis recuerdos. 

Así que preferí sin remedio continuar mi viaje. El mundo en el que viví había sido muerto por mis acciones y permití la vida a otro. Le di acceso y empezaba a gobernar todo lo que se había creado. Resumió todos los datos de mi memoria, y en una estúpida sofisticación que por supuesto no aprobé. Pero el mundo había sido concebido desde lo más arcano de pensamientos. Así que debí aceptar resignado el nuevo entorno. 

Era un mundo hostil, alejado de todas las buenas costumbres que de buena cuna bebí del seno de mi madre, y que me provocaban rechazo en primera instancia por esa razón. Insoportable miré cómo la naturaleza se volvía en contra de ella misma. El mar ahora estaba sobre mi cabeza, y bajo mis pies el espacio sin fondo de total oscuridad. Un espacio sin estrellas que llenaba mi corazón del más genuino sentido del miedo. 

Estaba yo ahí, en medio de esos inmensos espacios sin estrellas, sin luz, sin fotofobia. Minúsculo ante el portentoso deseo de morir lo más pronto posible para dar descanso a mi asolada existencia. 

Era una subida más intrincada al infierno que los anteriores ascensos. Cerré mis ojos esperando la llamada salvadora de Dios que yo mismo abandoné, y por supuesto, él no asistió a mi resguardo. Mis dientes chocaban incesantemente de una manera incontrolable y mis ojos desorbitados en busca de la preciada salida de ese espacio asesino de mis sentidos. Así que nada vino…Nada apareció y todo fue muerto a mí alrededor, excepto yo mismo. Ascendí en medio del océano, faltó el aire a oxigenar mi cerebro y desmaye, sólo para despertar en el mismo lugar, preso de las furiosas fuerzas que antes me habían desvanecido. 

Un pensamiento familiar vino a sacarme del mundo, algo que ya olvidé y que en un rostro físico también ha quedado en el ayer. A ese mundo que ya no me pertenece, y que abandoné por sí solo. 

Llegué a otro mundo en un parpadeo. El sol se encontraba en lo más alto del cielo pero a pesar de eso mi rostro se mantenía frío. Recobrando el aliento, y con las piernas aún palpitando de sangre en mis arterias caminé por un sendero. Al inicio estaba rodeado por la quietud que da la calma. El camino de piedra que prometía la preciada incertidumbre a la que ya me estaba acostumbrando, y que busqué desde el principio coincidía cada vez más a mis sentidos. Así que inicié un nuevo viaje adentrándome en él. 

Mis ojos buscaban ahora algún motivo que diera a la vida, algo que se moviera en el espacio y que mostrara la aparición de todo aquello que conocí. Con esperanza a mi corazón continué varios días, las horas pasaban y no llegaba la noche. Solo la luz que por momentos cegaba mi sentido. Así que caminé. Muchos pasos se sumaron a otros hasta convertirse en cientos. Nada  por el sendero, no existía un aletear de insecto, rastrero, oscilación del aire. Solo yo ahora en medio del camino. 

Cansado decidí reponer mis fuerzas por un momento y me senté en el camino ya que ningún sombra apareció jamás. 

El sueño llega de golpe, figuras oníricas danzarinas en mi mente hablaban de mi descenso. De todos mis movimientos y la falta de fe que tenía en el mundo que había abandonado. Palabras fugaces, ineludibles y por veces guturales entraban por mis oídos. Quería despertar, pero el cansancio no lo permitía. Solo aquellas voces entrando en los recovecos de mi mente. 

Cuando sentí mi cerebro caer en trance al abismo de la locura, mis ojos se abrieron de súbito. Un nuevo lugar que despertó en un nuevo mundo. 

Este era una ensenada, el mar en calma, arena brillante reflejando el sol en sus cristales y el agua tocando sólo hasta mis talones. Una mujer sentada plácidamente frente a mi, jugando con el agua desnuda. Mis sentidos erotizados, súbitos los pensamientos y súbita la subida de sangre a mi cerebro provocando a mis instintos más licenciosos. Sonreía, me miraba y reía…Suavemente al inicio, pero después las carcajadas llenando el espacio. Mi avanzada resumida a los bloques de cemento en los que se habían convertido mis pies. Las palabras nunca salían de mi boca, grite a mis adentros pero nada fue escuchado, nada ningún movimiento, ninguna palabra…Y la figura descompuesta de lujuria frente de mi iniciando lo que al parecer jamás podría ser realizado.    

Mi mente nublada por la falta de satisfacción, jadeante mi pecho y paralizado sin poder hacer nada. Moribundo de pie frente a ella. Roto por dentro, por fuera, por todos los sentidos que me apresaban y aprisionaban mi vida. Así comprendí que ese era mi tributo, mi infierno, la inmortalidad y no tener nunca descanso a mi alma. Tampoco obtener la preciada muerte salvadora de todo. Así que volvía a cerrar mis ojos queriendo, jamás nunca volverlos a abrir.


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2023, Vae Solis.

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