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#EnCorto | Cuatro claves para entender cómo funciona el tráfico de caballitos de mar desde México a China

por Mongabay Latam en 29 septiembre 2021

Los caballitos de mar (Hippocampus) se encuentran en distintas categorías de amenaza dependiendo de la especie. Es por eso que su comercio está regulado por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), es decir, que solo se pueden exportar con permisos especiales.

En México, también están listados como especies Sujetas a Protección Especial bajo la Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente y la Ley General de Vida Silvestre. Sin embargo, en este país el problema del tráfico ha escalado.

¿Por qué? estas son las cuatro claves para entender el origen del problema.

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Un mercado interesado

Actualmente China continental es el mayor consumidor de caballito de mar con una demanda estimada de 500 toneladas al año, según la organización de conservación marina Project Seahorse, dedicada a la conservación de esta especie.

La razón es porque la medicina tradicional china ve a los caballitos de mar como un medicamento. Según esa tradición, consumir los caballitos triturados en sopas o en vinos puede ayudar a fortalecer el riñón, equilibrar el Yin-Yang y tratar la impotencia masculina y la infertilidad femenina.

Aunque algunos practicantes de medicina tradicional china recetan caballitos de mar, Zhang Shiping, profesor asociado de la Facultad de Medicina China de la Universidad Bautista de Hong Kong, asegura que no es común en Hong Kong y China continental. El problema, dice, es que la gente compra los caballitos de mar ellos mismos para preparar las medicinas.

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Los decomisos

Durante el periodo 2001 a 2019, se intentaron sacar desde México y de manera ilegal, es decir, sin permiso de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), 95 589 caballitos de mar. De estos, el 64 % tenían como destino las ciudades chinas de Hong Kong, Beijing y Shanghai, mientras el resto fue a la venta local mexicana, de acuerdo con un registro elaborado por Diálogo Chino a partir de decomisos de Profepa entregados en un oficio vía la Ley de Transparencia.

Según la base de datos, son 56 los expedientes administrativos iniciados por la Profepa por esos decomisos y de este medio centenar, al menos 36 fueron en el Aeropuerto internacional de Ciudad de México, el punto con mayor conectividad a destinos internacionales.

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La ruta

Dos son las rutas del tráfico de caballitos de mar desde México hasta China continental. La primera va directo a Beijing y Shanghai y la segunda pasa por Hong Kong.

Los caballitos se trafican por vía marítima, aérea y por paquetería o correo, y a menudo se mueven entre los envíos de otros productos del mar secos o en el equipaje personal, o por otras rutas difíciles de detectar.

“Muchos caballitos se sacan por paquetería, DHL y otras”, explicó Alicia Poot, investigadora del Instituto Nacional de Pesca (Inapesca). “Solo si los de paquetería saben que es ilegal se reporta, pero mayormente no saben que es ilegal”, explicó.

Según Sarah Foster, autora del estudio Global Seahorse trade defies export bans under CITES action and national legislation, los caballitos de mar secos son muy fáciles de mover a través de las fronteras.

“Son pequeños y al secarse, se mantienen bien durante largos períodos de tiempo”, explica la experta.

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Sanciones débiles

El problema actual es que a pesar de que el caballito de mar está protegido por leyes nacionales e internacionales —explica el doctor Alvarado, experto en derecho ambiental— las autoridades no están deteniendo el tráfico en parte por ineptitud, en parte por corrupción. El resultado es un comercio ilegal que aumenta cada vez más.

Aunque en México exportar estas especies sin los permisos adecuados implica una pena de hasta nueve años de cárcel, muchos juicios se resuelven con un acuerdo para que el castigo se sustituya por una multa.

Israel Alvarado, ex director general de Delitos Federales contra el Ambiente y Litigio de la Profepa, precisa que este tipo de casos casi siempre acaban de esta manera —para cualquier especie— por corrupción o la falta de capacitación y criterio de la Profepa, el Ministerio Público y los jueces.

“El juez es muy proclive a no tenerlo por acreditado porque le parece demasiado duro que alguien vaya a la cárcel por tener unos huevos de tortuga o unas tripas de totoaba o caballitos”, concluyó el experto.

*Lee la historia completa de este artículo que forma parte de una colaboración periodística entre Mongabay Latam y Diálogo Chino aquí


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