A medida que la actividad militar rusa se acerca a la frontera ucraniana con la OTAN, crece la posibilidad de un enfrentamiento directo entre Rusia y la Alianza. El 13 de marzo se informó de que aviones rusos dispararon cohetes contra el Centro Internacional para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad de Yavoriv, a 20 kilómetros de la frontera de Ucrania con Polonia, país que es miembro de la OTAN.
La posibilidad de que una unidad del ejército ruso o del bielorruso traspase una frontera también es alta. Los errores ocurren en todas las organizaciones militares, algo que se demostró claramente días atrás, cuando India lanzó accidentalmente un misil hacia Pakistán. Ambas naciones cuentan armamento nuclear y viven en situación de gran tensión. La posibilidad de que hubiera represalias por parte de Pakistán era considerable, pero, a diferencia de Ucrania, no hay un conflicto abierto que haga que la situación se malinterprete. Si se hubiera producido un hecho de este tipo entre Polonia y las fuerzas rusas en Ucrania, por ejemplo, es poco probable que el gobierno polaco hubiera considerado un error el lanzamiento del misil.
La preocupación por las intenciones de Rusia es mayor en las naciones orientales de la OTAN que en las occidentales. El 15 de marzo, los primeros ministros de Polonia, Eslovenia y la República Checa se arriesgaron a viajar en tren a Ucrania para reunirse con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en Kiev.
Estos países corren el riesgo de ser los siguientes en la lista si el expansionismo ruso continúa, como algunos esperan. Las declaraciones de Vladimir Putin parecen amenazar a los Estados bálticos. Parece que el presidente ruso quiere restablecer el dominio de Rusia sobre las naciones vecinas que se perdió con la caída de la Unión Soviética. Estos estados cuentan con importantes minorías étnicas rusas y han sufrido desordenes en los últimos años.
Las posibilidades de una escalada bélica aumentan cuando tenemos en cuenta las circunstancias de los soldados rasos sobre el terreno, donde padecen frío y temor. Un solo disparo a través de una frontera, tranquila pero tensa, o un subalterno que malinterprete una orden concreta y emprenda una acción agresiva podrían iniciar un enfrentamiento que se intensifique rápidamente y supere las capacidades de los mandos locales.
Zelenski ha pedido repetidamente una “zona de exclusión aérea” reforzada por la OTAN sobre Ucrania. Pero los líderes de la OTAN han llegado a la conclusión de que esto supone un riesgo de confrontación militar directa entre Rusia y las fuerzas de la OTAN, lo que podría conducir a una rápida escalada.
Lo mismo parece aplicarse a otra de las peticiones de Zelenski: el suministro de aviones para ayudar a la fuerza aérea ucraniana. Pero si la OTAN proporcionara directamente aviones a Ucrania, Rusia podría considerar que se trata de armamento ofensivo, y no defensivo, y tomar medidas para detener el suministro de aviones. Esto puede implicar ataques a los aeródromos en los que aterrizan los aviones –por ejemplo, en Polonia– antes de trasladarse a Ucrania.
Existe la posibilidad de que Zelenski haya pedido una zona de exclusión aérea patrocinada por la OTAN precisamente porque sabe que sería imposible, lo que le permitiría empezar a alejarse de la idea de la adhesión de Ucrania a la OTAN.
Esto podría darle margen de negociación para alcanzar un acuerdo con Rusia. Pero al mismo tiempo, en su discurso ante el Congreso de los Estados Unidos, recordó los atentados de Pearl Harbour y del 11-S. Zelenski advierte de las consecuencias de la inacción continuada de la OTAN.
Artículo 5
La pertenencia a la OTAN permite a los firmantes invocar el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte para solicitar el apoyo de los demás miembros de la alianza. Este artículo solo se ha utilizado una vez en la historia de la OTAN, por parte de Estados Unidos, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington DC.
Pero el artículo 5 no garantiza que todos los demás Estados de la OTAN tengan que enviar sus fuerzas armadas para repeler un ataque, sino que la acción militar es una de las posibles opciones del principio de “defensa colectiva” de la alianza. Pero, teniendo en cuenta las declaraciones públicas de Westminster, se espera que el Reino Unido cumpla con su obligación de luchar contra un ataque ruso. Como dijo el secretario de Sanidad del Reino Unido, Sajid Javid, hace sólo unos días en una entrevista en la LBC: “Si una sola puntera rusa entra en territorio de la OTAN habrá guerra con la OTAN”.
El 25 de febrero, un día después de que las fuerzas rusas invadieran Ucrania, los jefes de gobierno de la OTAN se reunieron en Bruselas. Hicieron una declaración en la que condenaban la invasión y se comprometían a ayudar a Ucrania. La alianza se comprometió a “seguir tomando todas las medidas y decisiones necesarias para garantizar la seguridad y la defensa de todos los aliados”. En consecuencia, la OTAN ha desplegado medios terrestres y marítimos en sus regiones orientales y “ha activado los planes de defensa de la OTAN para prepararnos a responder a una serie de contingencias y asegurar el territorio de la alianza”.
Mi investigación sobre la OTAN ha incluido discusiones informales con varios oficiales de diversas naciones aliadas. Esto me ha llevado a pensar que algunos países de la OTAN más alejados de la zona de conflicto podrían ser reacios a enviar fuerzas de combate, incluso en el caso de que se activara el Artículo 5. También está la cuestión de si los líderes políticos de la OTAN estarían dispuestos a llevar a cabo ataques en suelo ruso, lo que representaría una importante intensificación del conflicto y conllevaría el riesgo adicional de que Rusia respondiera con una escalada de armas nucleares o químicas.
La disuasión –ya sea convencional o nuclear– requiere un cálculo racional por ambas partes. Como escribí previamente, la racionalidad de Putin es diferente a la de los líderes occidentales, y por eso se están produciendo esta crisis y el conflicto. Hasta ahora, Putin no se ha dejado disuadir por la OTAN. Al contrario, ha amenazado a la Alianza con “consecuencias nunca vistas en la historia”.
Mientras tanto, cualquier concesión que Rusia obtenga en las conversaciones de paz probablemente conducirá a más demandas. Esto preocupa especialmente a los miembros de la OTAN más orientales.
Lo que no está claro es si los miembros de la OTAN más alejados del conflicto ven la amenaza de la misma manera. La unidad de acción es vital para la OTAN, no solo ahora, sino también en las próximas semanas y meses.
Kenton White, Lecturer in Strategic Studies and International Relations, University of Reading
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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