Los medidores inteligentes, la integración de fuentes de energía renovable y la digitalización representan la evolución de las redes eléctricas, pero todavía con un desarrollo limitado en la región
Por: Fermín Koop
A nivel global, se espera que las economías emergentes representen la mayor parte del crecimiento de electricidad en las próximas décadas. América Latina no es la excepción, con una tasa proyectada del 2% anual hasta 2040. Ante ello, la respuesta no sólo está en generar más energía sino también en un manejo eficiente de la misma.
El concepto de red inteligente representa el nuevo paradigma en el manejo y control de las redes de energía. Se puede resumir como la unión de la red eléctrica tradicional con las modernas tecnologías de la información y la comunicación. Ello permite un monitoreo en tiempo real del estado de la red, evitando cortes y pérdidas de energía.
La red inteligente incorpora el uso de medidores inteligentes. Al igual que los medidores tradicionales, los inteligentes miden el uso de energía. La principal diferencia es que envían automáticamente esta información a través de redes inalámbricas a la empresa. Ello permite hacer un seguimiento del servicio y monitorear el consumo de energía.
El usuario puede observar cuánta energía está utilizando y cuánto le cuesta, lo que permite controlar mejor el uso de la energía. Además, los medidores son bidireccionales, por lo que además de recibir energía también se puede generarla y luego vender el excedente a la red, por ejemplo instalando paneles solares en el techo del hogar.
“La sociedad avanza a una digitalización y dependencia de la electricidad cada vez mayor. Entonces la necesidad de tener sistemas confiables y disponibles permanentemente crece cada vez más”, Gustavo Fernández Sosa, consultor energético de Uruguay. “Los sistemas digitales ya están en muchos aspectos de nuestra vida, ahora también en el eléctrico”.
La red eléctrica de América Latina
Como ocurre con la mayoría de las infraestructuras de la región, las redes de América Latina sufren de una falta de inversión, lo que se ve reflejado en un mal servicio, sostiene Jeremy Martin, vicepresidente del área de Energía del Instituto de las Américas. Los desafíos son muchos, agrega, empezando por las líneas de transmisión.
La región cuenta con destacados recursos de energía renovable, que se han desarrollado especialmente en la última década. Por sus características, los recursos solares y eólicos suelen encontrarse lejos de los principales centros urbanos, lo que obliga a contar con líneas de transmisión sólidas que cubran largas distancias.
Un denominador común en los países es la saturación de dichas líneas, lo que significa frenar una mayor expansión de las energías renovables hasta que no haya una mayor inversión. A ello se suman las pérdidas de energía, que llegan hasta el 15% en América Latina, por encima de otras regiones en vías de desarrollo.
“En la parte de transmisión, las redes son modernas pero están al límite”, sostiene Patricio Donato, investigador del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina. “El problema también está en la distribución, con déficits de infraestructura. Es allí donde el concepto de redes inteligentes puede hacer una gran diferencia”.
La transición a redes inteligentes se está produciendo principalmente en los países más desarrollados, como los que forman parte de la Unión Europea, así como en las economías más grandes de Asia. En América Latina, ha habido avances en países como Colombia, Uruguay y México pero todavía no han sido extensivos.
Uruguay es uno de los países más destacados, con 600,000 medidores inteligentes importados de China actualmente en funcionamiento, lo que representa el 60% de los usuarios. El objetivo es alcanzar el 100% en los próximos dos años. La renovación de los medidores no implica un costo para el usuario.
“Ya no se compraron más medidores convencionales para reemplazar los que fallaban, directamente se pone un medidor inteligente”, explica Fernández Sosa. “Uruguay se vio favorecido por el despliegue ya existente de su red de telecomunicaciones, que permitió comunicar los medidores inteligentes con los centros de control”.
México cuenta con cerca de dos millones de medidores inteligentes, lo que representa el 5% del total. El gobierno espera llegar a 25 millones de medidores inteligentes para 2025. En Colombia, el gobierno espera contar con el 75% de los hogares con medidores inteligentes para 2030, de acuerdo a una resolución oficial.
En 2021, Costa Rica publicó su Estrategia Nacional de Redes Eléctricas Inteligentes, elaborada por el Ministerio de Ambiente y Energía. Enmarcada en el Plan Nacional de Descarbonización, la estrategia busca generar un sistema eléctrico flexible, inteligente y de bajo costo que aproveche la innovación tecnológica.
Mientras tanto, en Chile, los planes para pasar la mayor parte de los consumidores a medidores inteligentes a partir de 2018 sufrieron un revés cuando la noticia de que los medidores serían pagados por los usuarios generó un rechazo masivo. El gobierno retrocedió en sus planes y ahora el cambio de medidor es voluntario.
La expansión de la energía distribuida
Si bien los medidores inteligentes son uno de los componentes centrales de una red inteligente, no son el único. La generación distribuida, es decir la energía renovable generada por los propios usuarios para su uso personal o para vender al sistema eléctrico, también está dando sus primeros pasos en América Latina.
Se estima que hay 4.4GW de capacidad instalada de generación distribuida en la región, siendo Brasil el país más avanzado con 1.2GW gracias a una regulación con varios beneficios para los desarrolladores de proyectos. Chile también ha dado pasos importantes, con 1GW de potencia instalada, seguido por México con una menor escala.
Los principales obstáculos para expandir el mercado hoy pasan por falta de regulación sólida, difícil acceso a financiamiento, redes inflexibles y esquemas inadecuados de pago a los usuarios, coinciden los especialistas consultados.. A ello se suma la resistencia de las grandes empresas de transmisión y distribución de energía a que se beneficie la actividad con subsidios.
La generación distribuida puede servir para muchos objetivos, pero los principales son la autosuficiencia energética y la venta de energía a la red. Un usuario doméstico o comercial construye un generador solar o eólico de energía para satisfacer sus necesidades de energía pero cuando la generación excede su demanda puede vender a la red.
En Colombia, Gabriel Ordonez, investigador de la Universidad Industrial de Santander, llevó adelante un piloto de red inteligente que incluyó instalar paneles solares en la terraza del edificio de la universidad junto con un sistema energético automático que detecta la necesidad de prender la luz o la calefacción, entre otras cosas.
“Somos varias las universidades que hemos experimentado en el uso de una red inteligente en Colombia, a la espera de que se avance en la regulación para luego masificar su uso”, sostiene Ordonez. “Además de haber trabajado en el edificio de la facultad, tenemos una casa piloto donde hacemos pruebas de materiales de red inteligente”.
El futuro de la energía en América Latina
Avanzar en redes inteligentes será importante para América Latina como parte de una transición energética por fuera de los combustibles fósiles. Una red inteligente permitiría integrar proporciones muy grandes de energía renovable al sistema energético nacional, además de abastecer con fiabilidad a una amplia flota de vehículos eléctricos.
El desafío será contar con una planificación a largo plazo acompañada de un financiamiento de los gobiernos y del sector privado, coinciden los expertos consultados. Por lo pronto, se estima que las empresas eléctricas sudamericanas invertirán US$18 mil millones en desarrollar redes inteligentes durante la próxima década.
Si lo demoramos, va a ser más costoso. Empezar con medidores inteligentes puede ser el primer paso
Gran parte del mercado de transmisión y distribución de América Latina hoy es manejado por empresas de origen chino. En Brasil, State Grid desde 2010 adquirió diversas compañías, mayormente españolas, y fue adjudicada para la construcción de líneas. Por su parte, Three Gorges tiene activos en Ecuador, Bolivia, Chile y en Brasil.
“Hay que impulsar la discusión por las redes inteligentes en América Latina. Es el futuro, a la larga vamos a converger ahí. Pero los problemas urgentes y las crisis económicas y sociales todavía frenan”, sostuvo Donato. “Si lo demoramos, va a ser más costoso. Empezar con medidores inteligentes puede ser el primer paso.”
Foto de portada: Trabajadores conectan la energía generada en el Parque Eólico Kentilux a la red eléctrica en Ciudad del Plata, Uruguay. La región cuenta con destacados recursos de energía renovable que suelen encontrarse lejos de los principales centros urbanos, lo que obliga a contar con líneas de transmisión sólidas que cubran largas distancias. (Imagen: Joerg Boethling / Alamy).
Este artículo apareció originalmente en Diálogo Chino y se volvió a publicar bajo una licencia de Creative Commons.
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