En el cuarto día de guerra, Rusia choca con la resistencia ucraniana y empieza a hacerse a la idea de que la invasión no será un paseo militar.
Tras una “noche dura”, según palabras del presidente Volodímir Zelenski, de combates y grandes explosiones que iluminaron el cielo de Kiev, ha quedado claro que la invasión no va ser el paseo militar que se imaginaba su homólogo ruso, Vladimir Putin.
A pesar de que el grueso de las tropas rusas se encuentra a pocos kilómetros de Kiev y ya hay combates y tiroteos en sus barrios periféricos, el asalto definitivo todavía no se ha producido, como tampoco la rendición de Ucrania.
Según el Gobierno ucraniano, su ejército ha conseguido hasta ahora contener “al agresor en todas las áreas operativas” y asegura haber causado 3.000 bajas y destruido 100 tanques y 540 blindados, unas cifras tan difíciles de comprobar como los 821 “objetivos militares” que este sábado el Kremlin aseguraba haber aniquilado. La guerra por el relato y la propaganda bélica se ha centrado en la propiedad del misil que impactó en un bloque de viviendas del centro de Kiev el pasado viernes: Ucrania afirma que el misil es ruso y Moscú defiende que se trata de un misil antiáreo ucraniano que impactó por error en el edificio.
El presidente francés, Emmanuel Macron, lo decía este sábado y el tablero en el cuarto día de guerra parece confirmarlo: la guerra va para largo y sus consecuencias son imprevisibles. Periodistas sobre el terreno informaban de feroces combates en la capital que conseguían frenar el avance ruso, de colas en los centros de alistamiento y reparto de armas entre civiles. Ya el 24 de febrero, el Gobierno ucraniano había prohibido a los hombres entre 18 y 60 años abandonar el país. Mientras, Zelenski hacía este domingo un llamamiento a los “ciudadanos del mundo” para “unirse a la defensa de Ucrania”.
Más allá de un Kiev desierto, en toque de queda continuado hasta la mañana del lunes, el ejército ruso ha atacado las instalaciones petroleras de Vasylkov, a pocos kilómetros de Kiev, provocando un incendio en la terminal petrolera de la zona que pudo verse durante la noche en la capital. Los misiles alcanzaron uno de sus diez depósitos, que estalló en llamas. Las autoridades locales advirtieron de que si el fuego se propaga a los otros depósitos podría producirse una catástrofe ecológica y pidieron a los vecinos que no salieran de sus casas y cerraran las ventanas para evitar los gases tóxicos.
El ejército ruso ha atacado las instalaciones petroleras de Vasylkov, a pocos kilómetros de Kiev, provocando un incendio en la terminal petrolera de la zona que pudo verse durante la noche en la capital
Por la mañana del domingo, las tropas rusas entraban en la segunda ciudad más grande del país, Járkov, con 1,4 millones de habitantes, situada en el noreste del país, a pocos kilómetros de la frontera de Rusia. Los combates calle a calle estuvieron acompañados de un ataque de misiles que impactaron en un gasoducto cercano a la localidad. También se reportó en la madrugada del domingo una explosión en un depósito petrolero de la localidad de Rovenki, cerca de Lugansk. En el sur del país, junto a la ciudad de Mariupol, caía en manos rusas la localidad de Berdyansk.
Ambos bandos se acusan mutuamente de atacar objetivos civiles. Según Naciones Unidas, han muerto 64 civiles en el conflicto desde la invasión de Ucrania, mientras que el número de refugiados asciende a 368.000 y podría llegar hasta los cuatro millones si continúa la guerra. La cifra de víctimas mortales era elevada por el Gobierno ucraniano ayer a 198 y las personas heridas a más de 1.000.
Por su parte, el Gobierno ruso acusa a las fuerzas ucranianas en la zona del Donetsk y Lugansk de ataques a barrios residenciales con armas prohibidas por los acuerdos de Minsk con víctimas civiles. Según fuentes rusas, los refugiados que han abandonado la zona en dirección a Rusia son más de 120.000 personas.
Cada día que pasa, el conflicto cobra mayor envergadura. Este 26 de febrero, Ramzan Kadirov, el líder de Chechenia, una república asociada a Rusia, anunció el despliegue de sus soldados para ayudar a Rusia en la invasión de Ucrania. Mientras, este domingo el presidente Bielorrusia, Alexander Lukashenko, sostenía que Ucrania corre el riesgo de “perder la condición de Estado” si no llega a un acuerdo con Moscú. “Créanme, sé de qué estoy hablando. Es necesario poner fin a la guerra”, dijo Lukashenko, quien advirtió que el conflicto en Ucrania se “podía convertir en una carnicería”.
En el frente diplomático, el presidente ucraniano se ha negado a iniciar un diálogo con el gobierno ruso en Bielorrusia, donde ya se habían trasladado los representantes del Kremlin. El lugar elegido, desde donde partió la invasión de Ucrania, no convence a Zelenski, quien ha propuesto iniciar negociaciones en otro escenario: “Por supuesto que queremos la paz y queremos reunirnos. Queremos poner fin a la guerra. Varsovia, Bratislava, Estambul y Bakú fueron ofrecidas a Rusia. Cualquier otra ciudad está bien para nosotros siempre que no haya misiles volando desde ese país”, dijo Zelensky.
La negativa del presidente ucraniano a reunirse en Bielorrusia no sentó bien a la diplomacia rusa: “Si se rechazan las conversaciones, la parte ucraniana asumirá toda la responsabilidad por el derramamiento de sangre”. Finalmente, cerca del mediodía, ambas partes han aceptado iniciar un diálogo este lunes “sin condiciones previas” cerca de la frontera de Bielorrusia.
Sanciones
Este domingo a las 18h se reúnen los ministros de Exteriores de la UE para confirmar la sanción económica más esperada por los aliados de Kiev y temida por Moscú: la desconexión de los bancos rusos del sistema SWIFT, la principal plataforma que permite realizar pagos internacionales. Pese a la gravedad de la sanción, múltiples analistas han señalado que las entidades rusas podrían sortear la prohibición utilizando la versión China del SWIFT, las criptomonedas u otros canales de pago vinculados a internet y la telefonía móvil.
La salida de los bancos del sistema de pagos internacional se suma a las anteriores sanciones decididas desde el inicio de la invasión rusa, especialmente el bloqueo de activos del banco central ruso fuera de sus fronteras, que congelarían un total de 440.000 millones de dólares que están en los países del G7. Según el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovski, la UE pretende, en coordinación con Estados Unidos, “asfixiar el acceso de Putin a la financiación y disminuir su capacidad para pagar su invasión ilegal y bárbara de Ucrania”. Sin embargo, la dependencia europea del petróleo y el gas ruso ha hecho que las sanciones no lleguen a los intereses del gigante energético Gazprom ni a las compras de combustible por parte de los países del centro y este de Europa.
Las sanciones se han visto complementadas con el envío de armas europeas a Ucrania. En especial, Alemania ha dado un giro en su política exterior y ha aprobado el transporte de 400 lanzacohetes, un millar de armas antitanque y 500 misiles. “La invasión rusa marca un punto de inflexión”, dijo el canciller alemán Olaf Scholz. España, Alemania, Italia, Bélgica, Luxemburgo, Austria, Dinamarca, Finlandia, Irlanda e Islandia anunciaron el cierre de sus espacios aéreos para los aviones rusos, una medida que se amplió a todos los países de la UE tras la reunión entre los ministros de Exteriores. Por su parte, el alto representante de la Unión Europea para la política exterior, Josep Borrell, propuso financiar con dinero comunitario el envío de ayuda al ejército ucraniano: “Propondré un paquete de asistencia de emergencia para las fuerzas armadas ucranias, para apoyarlas en su lucha heroica”. La medida se ha complementado con el cierre de las emisiones de los medios prorrusos Sputnik y Rusia Today para todos los países de la Unión acusados de difundir “informaciones tóxicas.
La dialéctica y los discursos belicistas propios de la Guerra Fría alcanzó una cota aun más alta después de que a mediodía del domingo, el presidente Putin decidiera poner en “alerta máxima” las unidades responsables del armamento nuclear antes unas “declaraciones agresivas” de los países de la OTAN. La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, interpretó la decisión de Putin como parte de una escalada discursiva: “Este es realmente un patrón que hemos visto del presidente Putin a lo largo de este conflicto, que está fabricando amenazas que no existen para justificar una mayor agresión”.
Foto de portada: La población civil en Kiev busca refugio en el metro. DIEGO HERRERA
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