El militar fue elegido el fin de semana para dirigir la invasión y se estrenó el lunes con una oleada de bombardeos a lo largo y ancho del país; “es absolutamente despiadado”, dice un exfuncionario del Ministerio de Defensa ruso que ha trabajado con él
Por: Pjotr Sauer en colaboración con The Guardian
“Al realizar misiones de combate en Siria, ni por un minuto olvidamos que estábamos defendiendo a Rusia”, afirmó Sergei Surovikin, el nuevo comandante de las tropas rusas en la guerra en Ucrania, ante una multitud de personal de élite del ejército en una ceremonia celebrada en Moscú en 2017.
Según un informe de Human Rights Watch publicado en 2020, la “defensa” de los intereses de Moscú en Siria por parte del general incluyó decenas de ataques aéreos y terrestres contra objetos e infraestructuras civiles. El informe señala que las fuerzas rusas bajo su mando atacaron “hogares, escuelas, instalaciones sanitarias y mercados sirios, los lugares donde la población vive, trabaja y estudia”.
El lunes por la mañana, apenas dos días después de ser nombrado primer comandante general de la guerra en Ucrania, Surovikin aplicó el violento manual de estrategia utilizando en Siria mucho más cerca de Rusia, con una ola de ataques con misiles contra objetivos civiles en toda Ucrania. Entre ellos, un importante cruce de carreteras junto a una universidad y una zona de ocio infantil en un parque.
“No me sorprende ver lo que ha ocurrido esta mañana en Kiev. Surovikin es absolutamente despiadado y con poca consideración por la vida humana”, indica a The Guardian un exfuncionario del Ministerio de Defensa ruso que ha trabajado con él. “Me temo que sus manos estarán completamente cubiertas de sangre ucraniana”, dice.
Surovikin adquirió notoriedad por primera vez durante el intento de golpe de Estado de 1991 lanzado por los partidarios de la línea dura soviética. Dirigía una división de artillería que arrolló las barricadas levantadas por los manifestantes a favor de la democracia. En el enfrentamiento murieron tres hombres; entre ellos, uno que fue aplastado.
Su reputación de despiadado creció en 2004 cuando los medios de comunicación rusos informaron que un coronel a sus órdenes se había suicidado tras recibir una acalorada reprimenda de Surovikin. Desde entonces, sus colegas le han dado el sombrío apodo de “general apocalipsis” por su actitud dura y poco ortodoxa a la hora de abordar un conflicto bélico.
El principal reto que tiene en Ucrania, según los expertos, será resolver los problemas estructurales de las fuerzas armadas rusas, mientras se enfrentan a una feroz contraofensiva ucraniana.
Gleb Irisov, un exteniente de la fuerza aérea rusa que trabajó con Surovikin hasta 2020, ha señalado que el nuevo general es una de las pocas personas en el ejército que “sabe cómo supervisar y organizar las diferentes ramas del ejército”. “Es muy cruel, pero también un comandante competente”, afirma Irisov. “Pero no podrá resolver todos los problemas. A Rusia le faltan armas y personal”, asegura. El exteniente recuerda que anteriores reorganizaciones de la cúpula militar no han servido para solucionar la suerte militar de Rusia en Ucrania.
Sin embargo, el nombramiento de Surovikin ha suavizado parte del enfado público entre los rusos partidarios de un enfoque más duro y que cada vez estaban más impacientes por los fracasos militares del país.
Irisov explica que, a partir de su experiencia en Siria, Surovikin tejió una buena relación profesional con los mercenarios del Grupo Wagner. Su nombramiento ha sido bien recibido por los principales críticos de la estrategia bélica seguida hasta ahora; entre ellos Ramzan Kadyrov, el jefe de la república chechena, y el jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin. “Ahora estoy satisfecho al 100% con la operación”, indicó Kadyrov en su canal de Telegram el lunes por la mañana en referencia al bombardeo de Kiev, donde murieron al menos seis civiles.
Traducido por Emma Reverter
Foto de portada: WikimediaCommons
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